Msgr. Juan José Omella Omella, Archbishop of Barcelona

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Msgr. Juan José Omella Omella, Archbishop of Barcelona

28 March 2017 | cceesitesAdmin | Texts, 28.03

Querido Sr. Cardenal Vincent Nichols, Arzobispo de Westminster,
Querido Sr. Cardenal Antonio Cañizares Llovera, Arzobispo de Valencia y Vicepresidente de la CEE,
Don Michel Remery, Vicesecretario General de la CCEE (Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa),
Queridas autoridades que nos acompañáis.
Participantes en este Simposio,

Sigueu tots benvinguts.

Sí, ¡Bienvenidos a Barcelona! Bienvenidos a esta ciudad abierta y cosmopolita. Bienvenidos a esta archidiócesis: la Iglesia que peregrina en Barcelona. Bienvenidos al simposio organizado por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa. El lema escogido es muy sugerente y nos interpela a todos: «Acompañar a los jóvenes a responder libremente a la llamada de Cristo”.

El Papa Francisco enmarca este Simposio de una manera muy precisa cuando dice: «Acompañar a los jóvenes exige salir de los propios esquemas elaborados de antemano, encontrándolos donde están, adaptándose a sus tiempos y a sus ritmos; significa también tomarlos seriamente en su dificultad para descifrar la realidad en que viven y para transformar un anuncio recibido en gestos y palabras, en el esfuerzo cotidiano para construir la propia historia y en la búsqueda más o menos consciente de un sentido para sus vidas».

Un programa para todos: acompañar. He aquí un auténtico desafío. Acompañar es, en cierto modo, hacer de «educadores» en el sentido más profundo de la palabra educere: ser capaces de ayudar a extraer de cada uno de los que acompañamos lo mejor de ellos, ayudándoles a descubrir el misterio del cuál son portadores e iniciándoles en el noble arte del discernimiento de la voluntad de Dios en sus vidas.

Permítanme proponerles tres consideraciones que creo pueden ser de utilidad para que el esfuerzo de estos días dé los frutos que Dios espera de estas jornadas de trabajo:

Primero: Caminar en un diálogo sincero. Sí, un diálogo que partiendo de nuestra experiencia, asentado en la búsqueda de la verdad y en el respeto mutuo, permita un rico intercambio de nuestros puntos de vista. Ello implica estar abiertos a nuevos horizontes, a nuevas propuestas y caminos por explorar, a técnicas de ayuda y acompañamiento, a la puesta en común de experiencias, a la búsqueda incesante de las «mejores prácticas».

Tratemos de vivir también lo que nos dice el Papa Francisco en Evangelii Gaudium: «trabajar en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia» (EG, 235)

Segundo: Que el diálogo llegue a propuestas concretas. No es fácil, pero conviene que podamos llegar a fórmulas que nos ayuden a colaborar en la edificación de una juventud madura, con capacidad de pensamiento y análisis. Una juventud activa y comprometida. Ojalá que en estos días encontremos fórmulas y propuestas que nos ayuden a acompañar a tantos jóvenes que buscan sus caminos sin hallarlos. Fórmulas que les ayuden a discernir su vocación dentro de la Iglesia, a encontrar su camino, a trabajar por su felicidad, a formarse y prepararse con una profunda conciencia laboral y social. Propuestas para hacer de ellos jóvenes generosos, alegres, comprometidos, emancipados, abiertos a Dios y a colaborar con Él en la construcción de un mundo mejor.

Y eso debemos hacerlo en el marco de una Europa Unida. Aquí estáis representantes de toda Europa. Como bien sabéis, hay quienes pretenden la división de esta unión que se inició hace 60 años. Queremos ser una familia unida. Ese es nuestro atractivo, esa es la mejor alternativa que podemos ofrecer a una globalización que acentúa el individualismo y el sálvese quien pueda. Una globalización que no pone en el centro a la persona humana. ¡Qué bellamente lo expresaba el Papa Francisco hace unos días cuando decía a los líderes de Europa!: «Europa vuelve a encontrar esperanza cuando se abre al futuro. Cuando se abre a los jóvenes, ofreciéndoles perspectivas serias de educación, posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo. Cuando invierte en la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad. Cuando respeta la conciencia y los ideales de sus ciudadanos. Cuando garantiza la posibilidad de tener hijos, con la seguridad de poderlos mantener. Cuando defiende la vida con toda su sacralidad» (24 de marzo de 2017).

Tercero: Que ese diálogo se haga bajo la guía y orientación del Espíritu Santo. Pido al Señor que estos días Él este muy presente entre nosotros, en cada una de las ponencias y reuniones y que esta experiencia sirva para crear un amplio círculo de comunión y de profunda amistad que continúe más allá de este encuentro. Dejemos que la oración personal y comunitaria nos disponga interiormente para recibir los dones del Espíritu Santo que hagan más eficaz nuestro trabajo y nuestro diálogo.

En el fondo propongo que dejemos que las palabras de Jesús: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mateo, 7,7), resuenen en nuestro interior y las vivamos, de manera especial, en estos días.

Permitidme compartir con vosotros el consejo que el P. Pedro Arrupe daba en 1981 a los participantes en unas jornadas de reflexión en Bangkok. Creo que nos pueden ser de ayuda:

“¡Por favor, sed valientes! Os quiero decir una cosa. No la olvidéis. ¡Rezad, rezad mucho! Estos problemas no se resuelven sólo con esfuerzo humano. … Hacemos muchas reuniones y encuentros, pero no rezamos lo suficiente. Rezamos al principio y al final. Está bien, somos buenos cristianos. Pero, si en tres días de reuniones dedicáramos medio día a la oración sobre nuestras conclusiones o nuestros puntos de vista, tendríamos síntesis y conclusiones tan luminosas que, a pesar de nuestros diversos puntos de vista, no las podríamos haber encontrado ni en los libros ni en las discusiones.”

Os felicito porque en el centro de las actividades de estos días habéis colocado la oración, el silencio, momentos de encuentro con el Señor, celebraciones litúrgicas. No podemos olvidar que en el corazón de la ciudad está el Señor que camina con nosotros. Eso es lo que bellamente nos quiere mostrar la hermosa Basílica de la Sagrada Familia que no podéis dejar de visitar.

Acabo deseando que estas jornadas de reflexión y convivencia, en esta hermosa ciudad de Barcelona, redunden positivamente en nuestras vidas y que juntos encontremos caminos que ayuden a revitalizar la pastoral juvenil y vocacional

¡Feliz Simposio! Y que Dios os bendiga a todos.